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¿POR QUÉ PIENSA LA MENTE EN FORMA DE HÁBITO, EL HÁBITO EN LAS RELACIONES, EN LAS IDEAS, EN LAS CREENCIAS?

    

   “… Si no nos liberamos del pasado no hay libertad en absoluto, porque la mente jamás es nueva, fresca, inocente. Solo una mente así es libre. La libertad no tiene nada que ver con la experiencia, nada que ver con la edad; me parece que la esencia misma de la libertad radica en comprender todo el mecanismo del hábito, tanto de los hábitos conscientes como de los inconscientes. No es cuestión de terminar con el hábito, sino de ver totalmente su estructura. Ustedes tienen que observar cómo se forman los hábitos y cómo, negando o resistiendo un hábito, se crea otro hábito. Lo que importa es estar por completo conscientes del hábito; porque entonces, como verán por sí mismos, ya no hay más formación de hábitos. Ofrecer resistencia al hábito, combatirlo, rechazarlo, sólo da continuidad al hábito. Cuando combatimos un hábito en particular damos vida a ese hábito, y entonces el mero combatirlo se convierte en un nuevo hábito. Pero si uno está simplemente alerta, sin resistencia alguna a toda la estructura del hábito, encontrará que se ha liberado del hábito, y en esa libertad tiene lugar algo nuevo.

   Solo la mente embotada, adormecida, crea hábitos y se aferra a ellos. Una mente atenta de instante en instante, atenta a lo que se está diciendo, atenta al movimiento de las manos, de los pensamientos y sentimientos, descubrirá que la formación de nuevos hábitos ha llegado a su fin. Es muy importante comprender esto, porque en tanto la mente esté acabando con un hábito y, en ese proceso mismo, creando otro, no puede ser libre jamás; y solo la mente libre puede percibir algo que está más allá de ella misma.

   … Encontramos mucha seguridad psicológica y emocional cuando nos identificamos con una idea, una raza, una comunidad o una acción concreta. Es decir, nos comprometemos con cierta causa, con cierto partido político, con cierta manera de pensar, con ciertas costumbres, hábitos, rituales, como ser hindú, parsi, cristiano, musulmán, etc., y al comprometernos con una manera de pensar concreta nos identificamos con un grupo, con una comunidad, con una clase o con una idea concreta. Esta identificación, con la nación, con la familia, con un grupo, con una comunidad, proporciona una sensación de seguridad; uno se siente mucho más seguro cuando dice: «soy indio», «soy inglés», «soy alemán», o lo que sea. Así que, en primer lugar, ¿existe tal cosa como la seguridad? Tiene que descubrirlo, no a través de mí. Lo que yo digo es que, en lo psicológico, no existe seguridad alguna, en ningún nivel y a ninguna profundidad.

   … Una de nuestras más grandes dificultades consiste en descubrir qué es lo que contribuye a la mediocridad. ¿Saben ustedes qué significa esa palabra? Una mente mediocre implica, en realidad, una mente que se halla deteriorada, que no es libre, que está presa en el temor, en un problema; es una mente que solo gira en torno a su propio interés, a sus propios éxitos y fracasos, a sus soluciones inmediatas y a los sufrimientos que inevitablemente sobrevienen a una mente trivial. Una de las cosas más difíciles que hay, para una mente mediocre, es romper con sus propios hábitos de pensamiento, con sus patrones de acción, y tener libertad para vivir, para moverse de acá para allá, para actuar. Verán que nuestras mentes son, en su mayoría, muy pequeñas, muy insignificantes. Observen su propia mente y verán qué ocupada está, ocupada en cosas tan triviales como aprobar un examen, ocupada en lo que la gente pensará de ustedes, o en el temor que alguien les infunde, o en el propio éxito. Desean un empleo, y cuando tienen ese empleo desean uno mejor, y así sucesivamente. Si investigan su propia mente, encontrarán que todo el tiempo está ocupada en ese tipo de pequeñas y triviales actividades egocéntricas. Estando ocupada de ese modo, crea problemas, ¿no es así? Trata de resolver sus problemas de acuerdo con su propia pequeñez y, al no lograrlo, aumenta sus problemas. Me parece que la tarea de la educación es terminar con esta manera de pensar.

   … Todo el mundo asiático habla de meditación; es uno de sus hábitos, como lo es creer en Dios o en alguna otra cosa. Se sientan durante diez minutos al día en una habitación tranquila y «meditan», se concentran, fijan su mente en una imagen creada por ellos mismos o por otro que la ha ofrecido mediante la propaganda. Durante esos diez minutos tratan de controlar la mente, la mente quiere ir de un lado a otro y batallan con ella. Practican este juego interminablemente, y a eso lo llaman meditación. Si uno no sabe nada de meditación, entonces tiene que descubrir lo que es realmente, no según otro, y eso puede conducirle a uno a todo, o a nada. Uno debe indagar, plantear esa pregunta sin expectativa alguna.

   … Todos vamos envejeciendo, aun los jóvenes envejecen, y cuanto más envejecemos tanto más nos volvemos rígidamente fijos en nuestro condicionamiento. Nuestros hábitos de pensamiento se hacen más pesados, nuestros días se tornan más y más una rutina, y cualquier cosa que amenace lo habitual, la rutina, engendra ansiedad y temor. E inevitablemente, al final de todo eso está la muerte, que llega a ser otro tremendo dolor. No es pues la mente hábil, ni la infortunada, ni la que se ha vuelto filosófica racionalizándolo todo para no ser perturbada; no es ninguna de estas, sino solo la mente inocente la que puede comprender, la que puede conocer o darse cuenta de ese extraordinario algo que puede llamarse lo innominable, lo inmensurable, o como queráis.

   … ¿Por qué piensa la mente en forma de hábito, el hábito en las relaciones, en las ideas, en las creencias, etc.? ¿Por qué? Se debe a que básicamente busca seguridad, certeza, permanencia, ¿es eso? La mente odia sentirse insegura y obtiene de los hábitos la seguridad que necesita. No obstante, una mente que se siente segura nunca podrá liberarse del hábito, tan solo una mente que se siente totalmente insegura puede ser libre, lo cual no significa terminar en un asilo o en sanatorio psiquiátrico. Solo la mente que no tiene seguridad alguna, que vive en la incertidumbre, que indaga, que investiga sin cesar, que se libera cada día de toda experiencia, de todo lo que ha acumulado y, por tanto, está en un estado de no saber, tan solo una mente así puede liberarse del hábito, y esa es la forma más alta de pensar.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

UN ORDEN EXTERNO Y UNA PAZ CREADORA PUEDEN TENER LUGAR SÓLO SI CADA UNO CREA ORDEN Y PAZ DENTRO DE SÍ MISMO

   

   “… Al darnos cuenta perfecta de nosotros mismos en todas nuestras relaciones, empezamos por descubrir las confusiones y limitaciones que existen dentro de nuestro ser, de las cuales estamos ahora ignorantes; y al darnos cuenta de ellas las comprenderemos y las eliminaremos. Sin esta comprensión y el autoconocimiento que produce, cualquier reforma en la educación o en cualquier otro campo, sólo conducirá a más antagonismo y miseria.

   … Otro desastre más grande todavía se aproxima peligrosamente, y la mayoría de nosotros no hace nada para evitarlo. Seguimos nuestro curso día tras día, como lo hemos hecho anteriormente, no queremos despojarnos de nuestros falsos valores y empezar de nuevo. Queremos hacer una reforma de retazos, que solo nos conduce a problemas que requieren más reformas. Pero el edificio se nos está desmoronando, las paredes están cediendo y el fuego lo está destruyendo. Debemos abandonar el edificio y comenzar a construir sobre un solar nuevo con diferentes cimientos y con diferentes valores.

   … Una revolución dentro de esa estructura, dentro del marco de la sociedad, no es una revolución en absoluto; puede ser progresista o retrógrada, pero al igual que la reforma tan solo es la continuación, con alguna modificación, de lo que esa sociedad ha sido. Por muy buena y necesaria que sea la reforma solo puede producir un cambio superficial, que de nuevo necesitará de una reforma posterior. Ese proceso no tiene fin porque la sociedad está constantemente desintegrándose dentro del modelo de su propia existencia.

   … He estado tratando de señalar que, solo dando importancia a aquellas cosas que son primordiales, las cuestiones secundarias pueden ser comprendidas y resueltas. Los males sociales y económicos no pueden ser corregidos si no comprendemos sus causas. Para comprenderlas y, de ese modo, producir un cambio fundamental, primero tenemos que comprendernos a nosotros mismos, que somos la causa de estos males. Individualmente y en conjunto hemos creado la lucha y la confusión social y económica. Para actuar colectivamente, debemos empezar con lo individual; a fin de actuar como grupo, cada uno debe comprender y cambiar de manera radical dentro de sí mismo, aquellas causas que generan exteriormente conflicto y desdicha. Mediante la legislación, ustedes podrán obtener ciertos resultados beneficiosos, pero sin transformar las causas internas y fundamentales de conflicto y antagonismo esos resultados se irán a pique y surgirá nuevamente. La confusión, las reformas exteriores necesitarán siempre nuevas reformas, y este camino conduce hacia la opresión y la violencia. Un orden externo y una paz creadora pueden tener lugar solo si cada uno crea orden y paz dentro de sí mismo.

   … Así que ustedes, como individuos, tienen que averiguar qué se proponen hacer, habrán de pertenecer a una sociedad, a un sistema de pensamiento basado en este engrandecimiento propio con todos sus matices y sus delicadas sutilezas, o si, viendo que mientras exista ese estado de cosas tiene que haber guerras, crueldades, explotación, están dispuestos a cambiar completamente y no a tratar sólo con los síntomas. Como individuos, estamos enfrentados a este problema, a este interrogante: ¿trataremos con los síntomas, haremos una labor de remiendos, o produciremos un cambio completo en nuestro pensamiento, un cambio no basado en el espíritu posesivo y en la importancia propia? Una actitud así generará, necesaria y gradualmente, una nueva sociedad, un estado de cosas nuevo, una nueva conciencia en la cual no tendrán cabida la explotación y esta incesante lucha por existir, por meramente existir. Y podrá habérselas con este problema sólo si lo consideran de verdad, si les interesa, si realmente están sufriendo, no si se limitan a sentarse para discutir y observar de manera intelectual y teórica. Son ustedes pues, como individuos, los que deben decidir mediante el raciocinio y, por lo tanto, mediante la acción, si darán origen a una humanidad en la cual haya verdadera comprensión, o si continuarán con esta lucha incesante.

   … Sin relación, no hay existencia; ser es estar relacionado [...]. La mayoría de nosotros no parece darse cuenta de esto, que el mundo es mi relación con otros, ya sea con uno o con muchos. Mi problema es el problema de la relación. Lo que soy es lo que proyecto y, desde luego, si no me comprendo a mí mismo, toda mi relación es una confusión cuyos círculos se amplían cada vez más. Así pues, la relación adquiere una importancia extraordinaria, no mi relación con la así llamada masa, con la multitud, sino en el mundo de mi familia y mis amigos, por reducido que sea ese mundo; mi relación con mi esposa, mis hijos, mi vecino.

   … El espíritu religioso no piensa en función del tiempo, de resultados inmediatos, de una reforma inmediata dentro del patrón de la sociedad [...]. Dijimos que la mente religiosa no es una mente ritualista, no pertenece a ninguna iglesia, a ningún grupo, a ningún patrón de pensamiento. La mente religiosa es la mente que ha penetrado en lo desconocido, y uno no puede dar con lo desconocido excepto de un salto; no puede entrar en lo desconocido mediante un cálculo cuidadoso. La mente religiosa es la verdaderamente revolucionaria, y la mente revolucionaria no es una reacción a lo que ha sido. La mente religiosa es, en realidad, explosiva, creadora, no creadora en el sentido de lo que esa palabra implica para la poesía, la decoración, la arquitectura, la música, etc.; es una mente que se halla en estado de creación.

   … Ahora cooperamos con cualquier persona que ofrece una reforma, un cambio, y eso solo perpetúa el conflicto y la desdicha; pero si sabemos qué es tener el espíritu de cooperación que adviene con la comprensión del proceso total de la mente que implica libertad con respecto al «yo», entonces hay posibilidad de crear una civilización nueva, un mundo por completo diferente, exento de espíritu adquisitivo, de envidia, de comparación. Esto no es una utopía teórica, sino el verdadero estado de la mente que, de manera constante, investiga y va en pos de aquello que es verdadero y bienaventurado.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

¿TIENEN USTEDES CONCIENCIA DE LAS ILUSIONES?

           

   “… Buscan alguna nueva clase de experiencia porque han tenido experiencias de diversos tipos y han dicho: Es suficiente, ya he tenido todo eso, pero deseo alguna otra clase de experiencia, algo más grande, alguna experiencia que les proporcionará un gran deleite, una gran comprensión, una iluminación, una transformación. ¿Cómo lo descubrirán? Para descubrirlo tienen que estar libres de todas las ilusiones. Y eso implica completa honestidad a fin de que la mente no se engañe a sí misma. Para que no se engañen a sí mismos tienen que comprender toda la naturaleza del deseo. Porque es el deseo el que crea la ilusión; a causa del deseo quiere uno realizarse, espera siempre algo más. A menos que comprendan la total naturaleza y estructura del deseo, es inevitable que la mente engendre ilusiones. ¿Puede nuestra mente, habiendo comprendido la actividad del deseo, conocer su valor relativo y, por lo tanto, hallarse libre para observar? Ello implica observar sin ninguna clase de ilusión. ¿Tienen ustedes conciencia de las ilusiones? Cuando la mente está libre de ilusiones carece en absoluto de hipocresía, es clara y honesta; entonces pueden dar comienzo a la investigación, pueden investigar si hay una existencia intemporal, una verdad intemporal. Aquí es donde nace la meditación.

   … La meditación es como ir a un pozo cuyas aguas son inagotables, llevando un cántaro que está siempre vacío. El cántaro jamás puede llenarse. Lo que importa es beber las aguas y no cuán lleno está el cántaro. El cántaro debe ser roto para beber el agua. El cántaro es el centro que está siempre buscando, y así jamás puede encontrar. Buscar es negar la verdad que está justo frente a nosotros. Nuestros ojos deben ver lo que está más cerca, y el ver eso es un movimiento que no tiene fin. El que busca proyecta aquello que busca, y así vive en una ilusión, esforzándose siempre dentro de los límites de su propia sombra. No buscar es encontrar; y el encontrar no está en el futuro, está ahí, donde no miramos. El mirar es siempre el presente y en él tienen lugar toda vida y toda acción. La búsqueda es un impulso personal que proviene del centro, lograr algo, pertenecer o aferrarse a algo. En la investigación de esto hay libertad desde el comienzo mismo; mirar es liberarse del peso del ayer.

   … Por pequeña que sea la parte del cerebro que está funcionando, para funcionar bien, eficientemente, tiene que sentirse segura, a salvo. Que esa certidumbre, esa seguridad sea una ilusión o alguna invención del pensamiento, como lo son la fe y la creencia, carece realmente de importancia mientras esa parte limitada del cerebro se sienta asegurada, a salvo. En esta ilusión vivimos. Con la imagen, como lo son el nacionalismo y las imágenes que hay en todos los templos del mundo, vive el hombre y continúa con el conflicto, el placer, el dolor. Sólo cuando percibimos que ellas oscurecen e impiden nuestra verdadera y profunda relación con otro, o que están entre nosotros mismos y esa nube, ese árbol y aquellos niños, sólo entonces puede haber amor.

   De modo que el problema es: Soy un hombre lógico y, no obstante, siento que existe algo misterioso, pero no puedo aprehenderlo. Puedo entenderlo, puedo verlo lógicamente, pero no puedo contenerlo en mi corazón, en mi mente, en mis ojos, en mi sonrisa. El interlocutor dice: “ayúdeme”. Si se me permite señalar algo, no pida ayuda a nadie, porque todo el afán está en usted y en usted está todo el misterio, si es que existe un misterio. Todo aquello por lo que el hombre ha luchado, todo lo que ha buscado, encontrado, descartado como ilusión, todo eso forma parte de su conciencia. Cuando usted pide ayuda, perdóneme si señalo esto, lo hago con el mayor respeto, no cínicamente, cuando pide ayuda está solicitando algo de afuera, solicita algo de otro. ¿Cómo sabe que el otro tiene esa condición de la verdad? A menos que usted mismo la tenga, jamás sabrá si el otro la tiene o no. Por lo tanto, y esto lo digo con gran afecto y solicitud, lo primero es que, por favor, no pida ayuda. Si la pide, entonces los sacerdotes, los gurús, los intérpretes, todos ellos lo ahogarán con su verborrea. Mientras que si mira el problema ve que el problema es este: el hombre, durante siglos y siglos, ha estado a la búsqueda de algo sagrado, de algo no corrompido por el tiempo, por todos los afanes del pensamiento. Lo ha buscado, lo ha deseado con ansia, se ha sacrificado, se ha torturado físicamente, ha ayunado por semanas, pero no lo ha encontrado. Entonces viene alguien y dice: “yo te lo mostraré, yo te ayudaré”. Con lo cual uno está perdido. Vea, cuando usted pregunta si hay algo profundamente misterioso, sagrado, el misterio existe sólo como un concepto; pero si lo descubre, ya no es más un misterio, es algo que está mucho más allá de todo concepto de misterio.

   … Los biólogos nos dicen que al cerebro le ha tomado millones de años evolucionar hasta su etapa presente, y que le tomará millones de años seguir evolucionando. Ahora bien, la mente religiosa no depende del tiempo para su desarrollo. Lo que quiero comunicar es que, cuando el cerebro, que debe funcionar respondiendo a la existencia exterior, se aquieta internamente, ya no opera el mecanismo de acumular experiencias y conocimientos. Por lo tanto, el cerebro está internamente quieto, pero plenamente activo, y entonces puede obviar de un salto los millones de años.

   Para la mente religiosa pues, no existe el tiempo. Este sólo existe en ese estado de continuidad que avanza hacia una continuidad y un logro más extensos. Cuando la mente religiosa ha destruido la autoridad del pasado, las tradiciones, los valores que se le han impuesto, entonces es capaz de existir sin el tiempo. Entonces está completamente desarrollada. Porque, después de todo, cuando uno ha negado el tiempo, ha negado todo desarrollo a través del tiempo y el espacio. Por favor, esto no es una idea, no es una cosa para jugar con ella. Si han pasado por esto saben lo que es, se hallan en ese estado, pero si no han pasado por ello, entonces no pueden recoger meramente estas cosas como si fueran ideas y jugar con ellas.

 … Cuando la mente está en completo silencio, sin ninguna ilusión, sin ninguna clase de autohipnosis, surge algo que no es producto de la mente.”

    J. Krishnamurti


            Audiotexto: