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CUANDO UNO TERMINA CON EL APEGO COMPLETAMENTE, ENTONCES HAY AMOR

    

   “… Por lo general, en nuestras relaciones nos sentimos apegados a una persona. ¿Podemos permanecer con el hecho de que estamos apegados y simplemente observarlo? Así permitimos que toda la naturaleza del apego se revele por sí misma, y dejamos que lo que uno observa cuente su propia historia, en vez de que sea uno quien le cuente lo que debiera ser.

   … ¿Qué es el apego? ¿Por qué tenemos una necesidad tan tremenda de apego? ¿Cuáles son las implicaciones del apego? ¿Por qué nos apegamos? Cuando uno está apegado a algo, siempre hay temor, temor de perder aquello a lo que uno está apegado. Hay siempre un sentimiento de inseguridad. Por favor, obsérvenlo en ustedes mismos. Siempre existe un sentimiento de separación. Estoy apegado a mi esposa, estoy apegado a ella porque me brinda placer sexualmente, me brinda el placer de su compañía. Ustedes conocen todo esto sin que yo se lo diga. Estoy pues, apegado a ella, lo cual implica que estoy celoso, que tengo miedo. Donde hay celos, hay odio. ¿Y es apego el amor? Ese es un punto a observar en nuestra relación.

   Nos preguntamos pues, ¿el pesar, la angustia, el dolor, son producidos por el aislamiento de la mente, del pensamiento, de la acción? ¿Es el dolor un resultado de nuestro apego diario, del modo en que nos apegamos a las personas? Por favor, despierten a todo esto, vean la verdad de todo esto. Tengan la bondad de explorar la naturaleza del apego. Este engendra ansiedad, temor, pesadumbre, celos, odio. Todas esas cosas son las consecuencias del apego. Uno está apegado a su esposa o a su marido. Vean las consecuencias de ello. Dependemos el uno del otro, y esa dependencia nos da una forma de seguridad. Cuando esa persona nos deja o muere, o huye de nosotros, entonces sufrimos, nos angustiamos. O tenemos sospechas y hay odio, dolor. ¿Acaso no conocen ustedes todo esto? No es nada nuevo. Es un hecho corriente de la vida. Puede no sucederles a algunos de ustedes, pero les está sucediendo a otros, a millones de otros que en su relación experimentan dolor, miedo, agonía.

    … Es natural y sano querer sentirse seguro. Todo el mundo necesita comida, ropas y un techo, es lo natural. Ahora bien, ¿existe esa seguridad en el nivel psicológico, que también queremos? Deseamos que haya seguridad en nuestras relaciones, íntimas o no; queremos estar seguros de que nuestra esposa, nuestro marido, permanecerá con nosotros. ¡Estamos tan terriblemente apegados! Si uno comprendiera la naturaleza del apego, con lo que de él se deriva, y viera el peligro que supone, puesto que imposibilita el amor, uno lo abandonaría inmediatamente, y quizá entonces podría tener lugar algún cambio, pero no lo hacemos. Escuchen esto. El apego en cualquiera de sus formas es enormemente contaminante, destructivo. Cuando uno está apegado a alguien o a un principio, un ideal, una creencia, no solo se separa a sí mismo del otro, sino que, de ese apego a la creencia, al ideal o a la persona, nacen el miedo, los celos, la ansiedad, un sentido de placer posesivo, y por tanto un permanente estado de inseguridad interior. Uno conoce las consecuencias del apego.

   … Dondequiera que lo intentemos siempre existe este deseo de depender de algo, de una persona, de determinada idea, de un partido político, de un sistema o de una experiencia, para darnos fuerzas. Así que siempre tenemos una dependencia de algo para sostenernos; y como dependemos cada vez más, lo que se cultiva es el temor. La dependencia surge porque en nosotros mismos somos insuficientes, nos sentimos solos, estamos vacíos. Dependo y, en consecuencia, cultivo la fe; por lo tanto, debemos tener más conocimientos; y conforme nos hacemos cada vez más civilizados, más eruditos, más materialistas o espirituales, debemos tener fe o nos volvemos cínicos.

   … Ahora bien, ¿podemos enfrentarnos al hecho de que estamos apegados, no solo a una persona, a una idea o a una creencia, sino a nuestras propias experiencias, lo cual es mucho más complicado? Porque nuestras propias experiencias nos aportan una sensación de excitación, una sensación de estar vivos.

   … Cuando uno termina con el apego completamente, entonces hay amor. Y uno de nosotros le está diciendo al otro que no somos sino memoria, y que es a esta memoria que nos apegamos, mi casa, mi propiedad, mi experiencia, mis relaciones, la oficina o la fábrica a la que concurro, la destreza que me gusta practicar por un cierto periodo de tiempo; yo soy todo eso. Y el pensamiento se halla apegado a todo eso. Y a eso es a lo que llamamos vivir. Y este apego engendra toda clase de problemas; cuando estamos apegados hay miedo de perder; estamos apegados porque nos encontramos aislados en un constante y profundo sentimiento de soledad que nos ahoga y deprime. Y cuanto más apegados estamos a otro, lo cual es meramente memoria, porque el otro es en nosotros solo una imagen, un recuerdo, más problemas hay.

   … Y, ¿es el apego la causa del dolor? Estoy apegado a mi esposa, a mi hijo, a mis recuerdos, a mis creencias, a mi experiencia. Estoy apegado a eso. Creo y estoy apegado, adherido a esa creencia; y cuando esa creencia es cuestionada, puesta en tela de juicio, perturbada, hay incertidumbre, angustia. ¿Es esa una de las causas del dolor?

   … Únicamente se apegan los que no son inteligentes, aquellos que no ven todas las consecuencias del apego. Los no inteligentes son los que dominan el mundo, son las personas fuertes de este mundo, y el resto estamos atrapados. Pero si uno lo examina de cerca, entonces deja de estar atrapado en todo esto y no malgasta energía en algo que no tiene sentido; en ese momento la energía está completamente enfocada en la observación y, como consecuencia, el apego se disuelve por completo. Hagan la prueba y lo descubrirán. Deben examinarlo con suma atención, a fin de que sus mentes al observar sean por completo transparentes. Solo los que no prestan atención caen por un precipicio; pero en el momento en que uno se da cuenta del peligro, actúa. El apego es un peligro porque genera temor, ansiedad, odio y celos, poseer y no poseer, todo lo cual es un peligro tremendo. Y cuando uno ve ese peligro, actúa.”

   J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

¿POR QUÉ PIENSA LA MENTE EN FORMA DE HÁBITO, EL HÁBITO EN LAS RELACIONES, EN LAS IDEAS, EN LAS CREENCIAS?

    

   “… Si no nos liberamos del pasado no hay libertad en absoluto, porque la mente jamás es nueva, fresca, inocente. Solo una mente así es libre. La libertad no tiene nada que ver con la experiencia, nada que ver con la edad; me parece que la esencia misma de la libertad radica en comprender todo el mecanismo del hábito, tanto de los hábitos conscientes como de los inconscientes. No es cuestión de terminar con el hábito, sino de ver totalmente su estructura. Ustedes tienen que observar cómo se forman los hábitos y cómo, negando o resistiendo un hábito, se crea otro hábito. Lo que importa es estar por completo conscientes del hábito; porque entonces, como verán por sí mismos, ya no hay más formación de hábitos. Ofrecer resistencia al hábito, combatirlo, rechazarlo, sólo da continuidad al hábito. Cuando combatimos un hábito en particular damos vida a ese hábito, y entonces el mero combatirlo se convierte en un nuevo hábito. Pero si uno está simplemente alerta, sin resistencia alguna a toda la estructura del hábito, encontrará que se ha liberado del hábito, y en esa libertad tiene lugar algo nuevo.

   Solo la mente embotada, adormecida, crea hábitos y se aferra a ellos. Una mente atenta de instante en instante, atenta a lo que se está diciendo, atenta al movimiento de las manos, de los pensamientos y sentimientos, descubrirá que la formación de nuevos hábitos ha llegado a su fin. Es muy importante comprender esto, porque en tanto la mente esté acabando con un hábito y, en ese proceso mismo, creando otro, no puede ser libre jamás; y solo la mente libre puede percibir algo que está más allá de ella misma.

   … Encontramos mucha seguridad psicológica y emocional cuando nos identificamos con una idea, una raza, una comunidad o una acción concreta. Es decir, nos comprometemos con cierta causa, con cierto partido político, con cierta manera de pensar, con ciertas costumbres, hábitos, rituales, como ser hindú, parsi, cristiano, musulmán, etc., y al comprometernos con una manera de pensar concreta nos identificamos con un grupo, con una comunidad, con una clase o con una idea concreta. Esta identificación, con la nación, con la familia, con un grupo, con una comunidad, proporciona una sensación de seguridad; uno se siente mucho más seguro cuando dice: «soy indio», «soy inglés», «soy alemán», o lo que sea. Así que, en primer lugar, ¿existe tal cosa como la seguridad? Tiene que descubrirlo, no a través de mí. Lo que yo digo es que, en lo psicológico, no existe seguridad alguna, en ningún nivel y a ninguna profundidad.

   … Una de nuestras más grandes dificultades consiste en descubrir qué es lo que contribuye a la mediocridad. ¿Saben ustedes qué significa esa palabra? Una mente mediocre implica, en realidad, una mente que se halla deteriorada, que no es libre, que está presa en el temor, en un problema; es una mente que solo gira en torno a su propio interés, a sus propios éxitos y fracasos, a sus soluciones inmediatas y a los sufrimientos que inevitablemente sobrevienen a una mente trivial. Una de las cosas más difíciles que hay, para una mente mediocre, es romper con sus propios hábitos de pensamiento, con sus patrones de acción, y tener libertad para vivir, para moverse de acá para allá, para actuar. Verán que nuestras mentes son, en su mayoría, muy pequeñas, muy insignificantes. Observen su propia mente y verán qué ocupada está, ocupada en cosas tan triviales como aprobar un examen, ocupada en lo que la gente pensará de ustedes, o en el temor que alguien les infunde, o en el propio éxito. Desean un empleo, y cuando tienen ese empleo desean uno mejor, y así sucesivamente. Si investigan su propia mente, encontrarán que todo el tiempo está ocupada en ese tipo de pequeñas y triviales actividades egocéntricas. Estando ocupada de ese modo, crea problemas, ¿no es así? Trata de resolver sus problemas de acuerdo con su propia pequeñez y, al no lograrlo, aumenta sus problemas. Me parece que la tarea de la educación es terminar con esta manera de pensar.

   … Todo el mundo asiático habla de meditación; es uno de sus hábitos, como lo es creer en Dios o en alguna otra cosa. Se sientan durante diez minutos al día en una habitación tranquila y «meditan», se concentran, fijan su mente en una imagen creada por ellos mismos o por otro que la ha ofrecido mediante la propaganda. Durante esos diez minutos tratan de controlar la mente, la mente quiere ir de un lado a otro y batallan con ella. Practican este juego interminablemente, y a eso lo llaman meditación. Si uno no sabe nada de meditación, entonces tiene que descubrir lo que es realmente, no según otro, y eso puede conducirle a uno a todo, o a nada. Uno debe indagar, plantear esa pregunta sin expectativa alguna.

   … Todos vamos envejeciendo, aun los jóvenes envejecen, y cuanto más envejecemos tanto más nos volvemos rígidamente fijos en nuestro condicionamiento. Nuestros hábitos de pensamiento se hacen más pesados, nuestros días se tornan más y más una rutina, y cualquier cosa que amenace lo habitual, la rutina, engendra ansiedad y temor. E inevitablemente, al final de todo eso está la muerte, que llega a ser otro tremendo dolor. No es pues la mente hábil, ni la infortunada, ni la que se ha vuelto filosófica racionalizándolo todo para no ser perturbada; no es ninguna de estas, sino solo la mente inocente la que puede comprender, la que puede conocer o darse cuenta de ese extraordinario algo que puede llamarse lo innominable, lo inmensurable, o como queráis.

   … ¿Por qué piensa la mente en forma de hábito, el hábito en las relaciones, en las ideas, en las creencias, etc.? ¿Por qué? Se debe a que básicamente busca seguridad, certeza, permanencia, ¿es eso? La mente odia sentirse insegura y obtiene de los hábitos la seguridad que necesita. No obstante, una mente que se siente segura nunca podrá liberarse del hábito, tan solo una mente que se siente totalmente insegura puede ser libre, lo cual no significa terminar en un asilo o en sanatorio psiquiátrico. Solo la mente que no tiene seguridad alguna, que vive en la incertidumbre, que indaga, que investiga sin cesar, que se libera cada día de toda experiencia, de todo lo que ha acumulado y, por tanto, está en un estado de no saber, tan solo una mente así puede liberarse del hábito, y esa es la forma más alta de pensar.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           

UN ORDEN EXTERNO Y UNA PAZ CREADORA PUEDEN TENER LUGAR SÓLO SI CADA UNO CREA ORDEN Y PAZ DENTRO DE SÍ MISMO

   

   “… Al darnos cuenta perfecta de nosotros mismos en todas nuestras relaciones, empezamos por descubrir las confusiones y limitaciones que existen dentro de nuestro ser, de las cuales estamos ahora ignorantes; y al darnos cuenta de ellas las comprenderemos y las eliminaremos. Sin esta comprensión y el autoconocimiento que produce, cualquier reforma en la educación o en cualquier otro campo, sólo conducirá a más antagonismo y miseria.

   … Otro desastre más grande todavía se aproxima peligrosamente, y la mayoría de nosotros no hace nada para evitarlo. Seguimos nuestro curso día tras día, como lo hemos hecho anteriormente, no queremos despojarnos de nuestros falsos valores y empezar de nuevo. Queremos hacer una reforma de retazos, que solo nos conduce a problemas que requieren más reformas. Pero el edificio se nos está desmoronando, las paredes están cediendo y el fuego lo está destruyendo. Debemos abandonar el edificio y comenzar a construir sobre un solar nuevo con diferentes cimientos y con diferentes valores.

   … Una revolución dentro de esa estructura, dentro del marco de la sociedad, no es una revolución en absoluto; puede ser progresista o retrógrada, pero al igual que la reforma tan solo es la continuación, con alguna modificación, de lo que esa sociedad ha sido. Por muy buena y necesaria que sea la reforma solo puede producir un cambio superficial, que de nuevo necesitará de una reforma posterior. Ese proceso no tiene fin porque la sociedad está constantemente desintegrándose dentro del modelo de su propia existencia.

   … He estado tratando de señalar que, solo dando importancia a aquellas cosas que son primordiales, las cuestiones secundarias pueden ser comprendidas y resueltas. Los males sociales y económicos no pueden ser corregidos si no comprendemos sus causas. Para comprenderlas y, de ese modo, producir un cambio fundamental, primero tenemos que comprendernos a nosotros mismos, que somos la causa de estos males. Individualmente y en conjunto hemos creado la lucha y la confusión social y económica. Para actuar colectivamente, debemos empezar con lo individual; a fin de actuar como grupo, cada uno debe comprender y cambiar de manera radical dentro de sí mismo, aquellas causas que generan exteriormente conflicto y desdicha. Mediante la legislación, ustedes podrán obtener ciertos resultados beneficiosos, pero sin transformar las causas internas y fundamentales de conflicto y antagonismo esos resultados se irán a pique y surgirá nuevamente. La confusión, las reformas exteriores necesitarán siempre nuevas reformas, y este camino conduce hacia la opresión y la violencia. Un orden externo y una paz creadora pueden tener lugar solo si cada uno crea orden y paz dentro de sí mismo.

   … Así que ustedes, como individuos, tienen que averiguar qué se proponen hacer, habrán de pertenecer a una sociedad, a un sistema de pensamiento basado en este engrandecimiento propio con todos sus matices y sus delicadas sutilezas, o si, viendo que mientras exista ese estado de cosas tiene que haber guerras, crueldades, explotación, están dispuestos a cambiar completamente y no a tratar sólo con los síntomas. Como individuos, estamos enfrentados a este problema, a este interrogante: ¿trataremos con los síntomas, haremos una labor de remiendos, o produciremos un cambio completo en nuestro pensamiento, un cambio no basado en el espíritu posesivo y en la importancia propia? Una actitud así generará, necesaria y gradualmente, una nueva sociedad, un estado de cosas nuevo, una nueva conciencia en la cual no tendrán cabida la explotación y esta incesante lucha por existir, por meramente existir. Y podrá habérselas con este problema sólo si lo consideran de verdad, si les interesa, si realmente están sufriendo, no si se limitan a sentarse para discutir y observar de manera intelectual y teórica. Son ustedes pues, como individuos, los que deben decidir mediante el raciocinio y, por lo tanto, mediante la acción, si darán origen a una humanidad en la cual haya verdadera comprensión, o si continuarán con esta lucha incesante.

   … Sin relación, no hay existencia; ser es estar relacionado [...]. La mayoría de nosotros no parece darse cuenta de esto, que el mundo es mi relación con otros, ya sea con uno o con muchos. Mi problema es el problema de la relación. Lo que soy es lo que proyecto y, desde luego, si no me comprendo a mí mismo, toda mi relación es una confusión cuyos círculos se amplían cada vez más. Así pues, la relación adquiere una importancia extraordinaria, no mi relación con la así llamada masa, con la multitud, sino en el mundo de mi familia y mis amigos, por reducido que sea ese mundo; mi relación con mi esposa, mis hijos, mi vecino.

   … El espíritu religioso no piensa en función del tiempo, de resultados inmediatos, de una reforma inmediata dentro del patrón de la sociedad [...]. Dijimos que la mente religiosa no es una mente ritualista, no pertenece a ninguna iglesia, a ningún grupo, a ningún patrón de pensamiento. La mente religiosa es la mente que ha penetrado en lo desconocido, y uno no puede dar con lo desconocido excepto de un salto; no puede entrar en lo desconocido mediante un cálculo cuidadoso. La mente religiosa es la verdaderamente revolucionaria, y la mente revolucionaria no es una reacción a lo que ha sido. La mente religiosa es, en realidad, explosiva, creadora, no creadora en el sentido de lo que esa palabra implica para la poesía, la decoración, la arquitectura, la música, etc.; es una mente que se halla en estado de creación.

   … Ahora cooperamos con cualquier persona que ofrece una reforma, un cambio, y eso solo perpetúa el conflicto y la desdicha; pero si sabemos qué es tener el espíritu de cooperación que adviene con la comprensión del proceso total de la mente que implica libertad con respecto al «yo», entonces hay posibilidad de crear una civilización nueva, un mundo por completo diferente, exento de espíritu adquisitivo, de envidia, de comparación. Esto no es una utopía teórica, sino el verdadero estado de la mente que, de manera constante, investiga y va en pos de aquello que es verdadero y bienaventurado.”

    J. Krishnamurti

            Audiotexto: