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COMUNICARSE SIGNIFICA CONSTRUIR, CREAR JUNTOS, Y ESA ES LA BELLEZA DE LA COMUNICACIÓN

    “… Esta es una plática informal, no preparada; es más o menos un inquirir en uno mismo; y entrar en ello en una charla pública es una cosa, pero penetrar uno solo en todo esto es muy distinto. Lo que estamos tratando de hacer es comunicarnos mutuamente este viaje en el tiempo. El inquirir implica también tiempo y el reunir palabras implica tiempo, y toda comunicación se basa en el tiempo. Y tal vez haya comprensión de lo que es el tiempo y qué es lo atemporal, no por medio de palabras ni por comunicación verbal o intelectual, sino acaso pasando por alto todo el proceso. Pero, desgraciadamente tenemos primero que indagar el tiempo verbalmente, intelectualmente. Mas esta indagación es en el sentido de aprender sobre ello, que no es recordar lo que habéis leído ni simplemente oír las palabras que estoy diciendo, sino su percepción, el verlo directamente por vosotros mismos. Y creo que esto puede tener un inmenso valor.

   … No sé si tengo una opinión. He observado mucho, conversado con muchísima gente a lo largo de mi vida y hay muy pocos que se preocupan de verdad, que se comprometen a averiguar si existe una forma distinta de vivir, una relación, una intercomunicación global, no enfrentándose meramente por cuestiones de idioma, las divisiones religiosas y políticas y todo ese absurdo, sino descubriendo realmente si podemos vivir pacíficamente en esta Tierra, sin matarnos incesantemente los unos a los otros. Me parece que esa es la verdadera cuestión a la que nos enfrentamos actualmente. Y creemos que la crisis se encuentra fuera de nosotros, pero está en nuestro interior, en nuestra conciencia.

    … La mente necesita comprender la naturaleza y estructura de la conciencia; es decir, lo que uno es, lo cual es su conciencia. Esa conciencia con su contenido constituye la totalidad de lo que se llama el ‘yo’, el ego, la persona, la estructura psicológica de su temperamento, su idiosincrasia, su condicionamiento. Uno tiene que entender esto muy bien no de forma verbal, aunque tengamos que utilizar palabras. La comunión entre dos personas se da solo cuando existe una relación en la que ambos se encuentran al mismo tiempo, profunda e intensamente involucrados en el problema. Entonces no solo hay una comunicación verbal, sino también no verbal. Y eso es lo que debemos hacer ahora aquí.

   … Sin una transformación radical del individuo la sociedad se convierte en una carga, en una irresponsable continuidad en la que el individuo no es más que una pieza del engranaje. Existe una fuerte tendencia a pensar que el individuo tiene muy poca trascendencia en la sociedad moderna actual, y que la sociedad debe hacer todo lo posible para controlar al individuo moldeando su pensamiento a través de propaganda, restricciones y de los diversos medios de comunicación masiva. El individuo en sí mismo se pregunta qué puede hacer en esa sociedad tan opresiva que se le viene encima como el peso de una montaña, y hace que se sienta prácticamente impotente. Al tener que afrontar esa cantidad de dificultades, deterioro, guerra, hambre y desdicha, el individuo, como es natural, se pregunta: ¿qué puedo hacer? Creo que la respuesta es que no puede hacer nada, lo cual es un hecho obvio, porque no puede impedir las guerras, no puede hacer mucho contra el hambre, no puede detener el fanatismo religioso o el proceso histórico del nacionalismo y todos sus conflictos.

   … ¿Por qué el hombre, que ha vivido durante tantos miles y miles de años, llega a semejante desdicha y conflictos? ¿Por qué? Este caos se ha vuelto muy alarmante. ¿Cuál es la razón de ello? Ustedes dirán: es la superpoblación, doce millones y medio de personas nacen cada año en la India, que ya está superpoblada. Dirán: es el tipo de moralidad que acompaña al conocimiento tecnológico. Dirán: es la falta de comunicación. Estas son las respuestas hábiles, cómodas. En respuestas cómodas como esas no encontrarán ustedes la profundidad o la verdad de este problema. Realmente, ¿por qué ustedes, en este país, habiendo vivido por tanto tiempo con sus maestros, sus Shankara, Gitas, gurús, con sus inmaduros santos, por qué se encuentran hoy en este estado de desorden, en esta confusión? ¿Por qué?

   Si descartan las explicaciones fáciles de la superpoblación, de la falta de moralidad que acompaña al conocimiento tecnológico, y de esta falta de comunicación directa, que puede ser cierta; ¿cuál es, entonces, la razón fundamental de esta desdicha? ¿Por qué un país como este, que ha tenido la tradición de la bondad, de la amabilidad, de no matar, de no ser crueles (no es que lo vivieran así), por qué, habiendo tenido todos estos maestros, algo ha resultado totalmente mal? ¿Cuál es y de dónde proviene la causa de ello? Para investigarlo deben ustedes examinar muy detenidamente; para examinar no deben tener prejuicios; para poder descubrir tienen que ser libres y estar exentos de temor. ¿Están ustedes trabajando tan intensamente como el que les habla o meramente escuchan las palabras?

   … Comunicarse significa construir, crear juntos, y esa es la belleza de la comunicación. Y eso se acaba cuando el que habla se vuelve una autoridad y ustedes escuchan meramente como estudiantes o discípulos. No hay maestro ni discípulo, sólo existe el aprender. Lo que han aprendido pertenece al pasado y actuar desde lo que ha sido acumulado es un proceso de adquisición, mientras que el aprender debe ser un movimiento, no una acumulación. Si comprendieran esto con la mente y el corazón llevarían ustedes una clase diferente de vida. La prueba y el examen del aprender son la vida que llevan.

   … La armonía de la belleza es la capacidad de percepción, la capacidad de percibir, lo cual significa que uno debe ser realmente sensible, y la sensibilidad viene de la profundidad del silencio. No es aconsejable ir a la escuela o a la universidad para aprender lo que es ser sensible, o ir a que alguien nos enseñe a ser sensibles. No es posible percibir si no hay cierta profundidad de silencio; si uno mira un árbol en silencio hay una comunicación que no es simplemente verbal, sino una comunicación, una comunión con la naturaleza. La mayoría de nosotros hemos perdido esa relación con la naturaleza, con los árboles, con las montañas, con todas las cosas vivas de la Tierra.”

        J. Krishnamurti



LA GENUINA SENCILLEZ ES LA SUPREMA FORMA DE ESPIRITUALIDAD

   “… En un mundo extraordinariamente cambiante, en un mundo de revoluciones científicas, de presiones económicas y guerras inminentes, me parece que nuestras propias vidas tienen que sufrir un cambio enorme. El cambio que hace falta no se limita a lo exterior, no es simplemente cosa de adquirir cada vez más y mejor alimento, ropas y albergues, sino que es necesario descubrir lo que uno necesita en realidad, prescindiendo del alimento, las ropas y el albergue. La vida en el mundo moderno se va volviendo complicadísima, y por ello tiene uno que simplificar extraordinariamente la propia vida humana, y esa sencillez requiere mucha inteligencia. Como ser humano que vive en este mundo cambiante en el que hay toda clase de presiones, ansiedad, trastorno, dolor, me parece que tiene uno que descubrir por sí mismo qué es lo que en realidad necesita. Pues bien, al enfrentarse con esta cuestión, cada persona dirá lo que son sus necesidades con arreglo a su particular temperamento, posición económica, prestigio social, etc. Mas yo creo que para descubrir lo que uno necesita ha de tener paz. No es que uno descubra primero lo que necesita, sino más bien que ante todo debe uno tener paz. Los más de nosotros la queremos en lo exterior, en todas nuestras relaciones, pero yo creo que la paz empieza en alguna otra cosa, no en lo exterior, y que sin ella nada puede prosperar, nada puede florecer.

   La paz no es una huida del mundo, de nuestras actividades cotidianas, sino que más bien tiene uno que descubrir lo que es aquella mientras viva efectivamente en este mundo. Como ser humano que vive en un mundo en confusión, contradictorio, que sufre, ¿con qué profundidad reclama uno paz? Seguramente que nuestra manera de vivir, de conducirnos, la naturaleza de nuestras actividades diarias, producirán paz de modo espontáneo, si es que la queremos. Mas me temo que muy pocos de nosotros la queremos y cuando efectivamente queremos paz, lo que realmente deseamos es seguridad, consuelo, un estado en que no se nos perturbe nada. Está claro que no podemos seguir como estamos, con esta manera de pensar, de obrar; no es posible que sigamos de la forma en que vamos ahora. O va a haber un terrible estallido, o los seres humanos despertarán a una manera distinta de pensar, un modo diferente de vivir.

   … A medida que vamos creciendo es importante que tengamos la capacidad de pensar muy sencillamente. ¿Qué es la sencillez? ¿Quién es una persona sencilla? Un hombre que hace vida de ermitaño, que tiene muy pocas pertenencias, ¿es verdaderamente sencillo? ¿Acaso la sencillez no es algo por completo diferente? La sencillez es de la mente y del corazón. Casi todos somos muy complejos, tenemos muchas necesidades y muchos deseos. Por ejemplo, ustedes desean aprobar sus exámenes, desean conseguir un buen empleo, tienen ideales y quieren desarrollar un buen carácter, etc., ¡la mente tiene tantas exigencias! ¿Contribuye eso a la sencillez? ¿No es muy importante descubrirlo? Una mente compleja no puede descubrir la verdad de nada, no puede descubrir lo real, y esa es nuestra dificultad. Desde la infancia nos educan para que nos amoldemos y no sabemos cómo transformar la complejidad en simplicidad, en sencillez. Es solo la mente muy sencilla y directa la que puede encontrar lo real, lo verdadero. Conocemos más y más, pero nuestras mentes nunca son sencillas. Y sólo la mente sencilla es creativa. Cuando ustedes pintan el cuadro de un árbol, ¿qué es lo que están pintando? ¿Sólo una representación del árbol tal cual se ve, con sus hojas, sus ramas, su tronco, el árbol completo en todos sus detalles? ¿O lo pintan desde el sentimiento que el árbol ha despertado en ustedes? Si el árbol les dice algo y lo pintan desde esa experiencia interna, aunque lo que sienten pueda ser muy complejo, el cuadro que pintan será el resultado de una gran sencillez. Es indispensable cuando son jóvenes que mantengan la mente muy sencilla, incontaminada, aunque puedan tener toda la información que necesitan.

   … La vida, la verdad es para ser vivida, pero la expresión requiere una técnica. Para pintar usted necesita aprender una técnica, pero un gran artista, si siente la llama del impulso creativo no será un esclavo de la técnica. Si uno es rico internamente su vida es sencilla. Pero ustedes quieren llegar a esa riqueza completa mediante recursos externos tales como la sencillez en el vestir, la sencillez en la vivienda, el ascetismo y la autodisciplina. En otras palabras, la sencillez que resulta de la riqueza interna ustedes quieren obtenerla por medio de la técnica. No hay técnica que pueda guiarlos hacia la sencillez, no hay sendero que los conduzca a la tierra de la verdad. Cuando usted comprenda eso con todo su ser, entonces la técnica tomará el lugar apropiado en su vida.

   … Sólo cuando la mente es sencilla y vulnerable es posible ver las cosas de manera clara en su verdadera proporción. De igual forma, la sencillez de la mente es esencial para la sencillez de la vida, El monasterio no es la solución. La sencillez llega cuando la mente no tiene apegos, cuando la mente no está adquiriendo, cuando la mente acepta lo que es. El hombre de conocimiento, el hombre de opinión, el hombre de experiencia nunca encontrará la verdad, porque la mente debe ser muy sencilla para encontrar la verdad, y la sencillez no se logra a través del aprendizaje. Partiendo de las innumerables complejidades debemos crecer en sencillez, volvernos sencillos en nuestra vida interna y en nuestras necesidades exteriores.

   … Una mente sencilla comprenderá en qué consiste la perfección porque es parte de la misma perfección. Una mente retorcida no puede comprender la Verdad. Una mente complicada y repleta de conocimientos entresacados de los libros, aunque estos conocimientos valgan algo, está propensa a cristalizarse. En todas las grandes obras de arquitectura, pintura y escultura, hay sencillez y sobriedad. La sencillez mental es, por lo valiosísima, muy difícil de adquirir, y para ello se necesita mucha experiencia. La genuina sencillez es la suprema forma de espiritualidad.”

        J. Krishnamurti



CUANDO ESTAMOS APENADOS, EN CONFLICTO PSICOLÓGICO, RECURRIMOS A ALGUIEN

   “…Veamos qué entendemos por oración, luego averiguaremos cuál es su objeto. ¿Qué entendéis por oración? ¿Cuándo oráis? No cuando sois felices, ni cuando estáis deleitados, ni cuando en vosotros hay alegría o placer. Rezáis tan solo cuando os halláis en confusión, en dificultades, y entonces vuestra plegaria es una petición. Un hombre en dificultades reza, lo cual significa que él implora, que necesita ayuda. Suplica, pide que se le consuele. De suerte que el hombre que está contento, que es feliz, el hombre que ve muy claramente y comprende la realidad en la acción de cada día, un hombre así no tiene necesidad de rezar. No rezáis cuando estáis gozosos, no rezáis cuando hay deleite en vuestro corazón. Solo rezáis cuando hay confusión, o bien vuestro rezo es una súplica mendicante, un pedido de ayuda, de consuelo, de alivio. ¿No es así? En otros términos, estáis confusos, y queréis que alguna fuerza externa os saque de esa confusión. Deseáis que alguien os ayude, y cuantos más elementos psicológicos hay en vuestro problema tanto más urgente es el reclamo de ayuda exterior. De suerte que imploráis a Dios o si sois personas modernas recurrís a un psicólogo; o bien, para escapar a esa confusión, repetís una cantidad de palabras.

   Asistís a diversas reuniones donde se reza, y donde sois pastoreados y colocados en cierto estado hipnótico, y creéis que tenéis la respuesta. Se trata de hechos reales. No estoy inventando, no hago sino mostrar lo que implica eso que entendéis por oración. Así como recurrimos a un médico en caso de dolencia física, cuando nos hallamos en estado de confusión psicológica nos evadimos hacia el hipnotismo en masa, o imploramos ayuda a alguna fuerza externa. Es eso lo que hacemos, ¿verdad? Estoy pensando en alta voz por vosotros, nada os impongo. De suerte que nuestra oración no va dirigida a la verdad, sino a una fuerza externa que llamamos guía, 'gurú' o Dios. Esto es, cuando estamos apenados, en conflicto psicológico, recurrimos a alguien. Es el instinto natural de un chico que recurre a su padre para que lo ayude. Cuando no comprendo mis relaciones con la gente, cuando me hallo en estado de confusión, llamo a alguien que me ayude. Eso es un instinto natural, ¿no es cierto? 

   … ¿Qué sucede cuando rezáis? ¿Qué hacéis cuando rezáis? Repetís ciertas palabras, ciertas frases. ¿Qué le ocurre a la mente cuando repetís sin cesar ciertas oraciones? Mediante la repetición de frases la mente es aquietada. No está quieta, sino aquietada. Hay una diferencia entre una mente quieta y una mente aquietada. La mente aquietada por la repetición ha sido hipnotizada, compelida al silencio. ¿Y qué ocurre cuando la mente hipnotizada entra en silencio? ¿Qué sucede cuando la mente es aquietada de un modo artificial? ¿Lo habéis pensado? Pensadlo bien y ved adónde ello conduce. Tenéis que prestar un poco de atención, que experimentar con vosotros mismos, y no ser distraídos por los que entran y salen.

   Bueno, ¿qué le sucede a una mente que es aquietada? Esto es, tenéis un problema y deseáis hallar una respuesta. Por eso rezáis, lo cual es una repetición de ciertas frases, y gracias a eso la mente se ve aquietada. ¿Qué relación hay entre esa mente hipnotizada y el problema? Os ruego prestéis a esto un poco de atención. Deseáis hallar una respuesta al problema, y por lo tanto empleáis, cantáis ciertas palabras para aquietar la mente; es decir, queréis una respuesta satisfactoria al problema, una respuesta que resulte grata, no una respuesta que os contradiga. Así pues, cuando oráis y aquietáis la mente por medio de palabras buscáis una respuesta que sea satisfactoria. Ya habéis concebido la respuesta, que tiene que ser satisfactoria; hallaréis, por consiguiente, tal respuesta. Ved, señores, por favor, la importancia de esto. Vosotros creáis lo que deseáis, embotando y aquietando la mente. Forzando la mente a rezar ya habéis establecido lo que queréis, una respuesta que sea satisfactoria, apacible, completamente grata. Por lo tanto, la mente que busca una respuesta al problema mediante la oración encontrará la respuesta que sea satisfactoria; ello está pues, arreglado, y decís que la respuesta es de Dios. Es por eso, que los dirigentes políticos gritan que ellos representan a Dios, o que Dios les ha hablado directamente; por haberse identificado con el país, obtienen una respuesta satisfactoria.

   ¿Qué le sucede pues a una mente que no está dispuesta a comprender el problema y de ese modo busca la respuesta de una fuerza externa? Consciente o inconscientemente ella consigue una respuesta satisfactoria, de otro modo rechazaría la respuesta. Esto es, los que rezan buscan satisfacción, y son por lo tanto incapaces de comprender el problema en sí. Cuando la mente es aquietada mediante la oración, lo inconsciente, que es el residuo de vuestras propias conclusiones satisfactorias, se proyecta en la mente consciente, y por eso vuestra oración recibe respuesta. Cuando rezáis pues, buscáis una evasión, la felicidad; y la fuerza externa que os responde es vuestra propia satisfacción, vuestra propia identificación, consciente o inconsciente, con un determinado deseo que queréis satisfacer.

   … Así pues, el hombre que quiere comprender cualquier problema, sólo puede comprenderlo cuando la mente está quieta y no toma partido. Cuando queréis comprender el problema del desempleo, de la miseria humana, no podéis tomar partido. Pero vuestros políticos desean que lo toméis. Si es que habéis de comprender el problema no puede haber bandos, porque el problema no es asunto de opinión, no exige una ideología. Exige que lo consideréis claramente para comprender su contenido; y no podéis comprender el contenido de un problema si tenéis un tamiz ideológico entre vosotros y el problema. De un modo análogo, la oración sin conocimiento propio conduce a la ignorancia, a la ilusión. El conocimiento propio es meditación, y sin conocimiento propio no hay meditación. La meditación no consiste en fijar la mente en algún objeto; meditar es comprender `lo que es´, en la vida de relación. Entonces la mente no necesita que se la fuerce a estar quieta. Entonces la mente es en extremo sensible, y por lo tanto altamente receptiva. Pero el disciplinar la mente para que esté quieta destruye la sensibilidad.”

        J. Krishnamurti